Tertulias literarias en el Café Regina

Tertulias literarias en el Café Regina

Las tertulias literarias en el Café Regina forman parte de esa mitología madrileña que mezcla café cargado, humo de tabaco y frases brillantes lanzadas a quemarropa. En los bajos del antiguo Hotel Regina, a la altura de la calle de Alcalá, se reunieron escritores, políticos y artistas que marcaron el rumbo cultural y político del primer tercio del siglo XX. Hoy, recuperar la memoria de aquel café es también una excusa perfecta para pasear por el centro y mirar Madrid con otros ojos.

Qué fueron las tertulias literarias en el Café Regina

Para entender bien qué eran las tertulias literarias en el Café Regina hay que imaginar el Madrid de principios del siglo XX, con la calle de Alcalá como gran escenario de cafés y terrazas. En los bajos del Hotel Regina, en el número 19 de la calle, se instaló este local en los mismos espacios donde antes estuvo una fonda muy reputada. Aquel nuevo café buscó desde el principio un público culto y urbano, gente que trabajaba en el centro, funcionarios, periodistas y escritores que encontraban en sus mesas un segundo despacho y, a menudo, un verdadero laboratorio de ideas.

Allí no se acudía solo a tomar café. Se iba a escuchar, discutir, leer periódicos y comentar el último escándalo político o literario. Además, el Regina se integraba en una red de cafés de la zona –como Fornos, la Granja del Henar o el Lion d’Or– que funcionaban casi como una ruta diaria para muchos intelectuales. Por eso, la tertulia del Regina no era una reunión aislada, sino una pieza más de un ecosistema cultural muy vivo, donde los mismos personajes podían aparecer en varios cafés a lo largo de la jornada, siempre con una frase afilada preparada.

Arquitectura del café y ambiente de la calle Alcalá

Una de las características que más llamaban la atención del Café Regina eran sus columnas esbeltas, que daban al local un punto casi escenográfico. El espacio se organizaba como una gran nave salpicada de mesas, donde esas columnas marcaban pequeñas islas para charlar con cierta intimidad sin perder de vista el conjunto. Además, la decoración sobria y elegante encajaba con el aire de hotel urbano de la finca, muy en sintonía con la transformación de la calle Alcalá en gran avenida moderna, cercana a la Puerta del Sol y a los principales periódicos de la ciudad.

En el exterior, la terraza del Regina era una de las más concurridas de Madrid. Desde allí se dominaba un tramo clave de Alcalá, con el trasiego de coches de caballos primero y de automóviles después, el eco de pregoneros y vendedores de prensa y, por supuesto, el constante ir y venir de políticos y escritores. Por eso, no sorprende que muchos protagonistas de la vida pública optaran por usar este café como punto de encuentro. Además, la terraza funcionaba como magnífico mirador urbano: bastaba sentarse con un café para ver pasar medio Madrid entre la Puerta del Sol y la zona de Cibeles, ya camino del ensanche.

Protagonistas de las tertulias literarias en el Café Regina

Si algo define a las tertulias literarias en el Café Regina son los nombres propios que se sentaban a sus mesas. Por allí pasaron figuras como Miguel de Unamuno, Ramón del Valle-Inclán, Manuel Azaña, Ricardo Baroja o el escultor Mateo Hernández, además de periodistas y escritores menos recordados hoy pero muy influyentes entonces. Junto a ellos coincidían pintores como Anselmo Miguel Nieto o Julio Romero de Torres, lo que convertía cada tarde en un cruce de disciplinas donde literatura, política y artes plásticas se mezclaban con absoluta naturalidad.

El Regina también reunía a personajes más discretos, pero fijos en el paisaje del café. Un ejemplo famoso era el grupo de cuatro funcionarios de Hacienda, apodados por la clientela “Los inmortales”. Jugaban la misma partida cada día en la misma mesa y su constancia era tan llamativa que, cuando falleció uno de ellos, los otros tres mantuvieron durante semanas la silla vacía como homenaje silencioso. Además, circulaban rapsodas y poetas que recitaban de memoria, como aquel Espiridión que repetía siempre los mismos versos, y hasta cronistas taurinos que usaban el local como redacción improvisada de sus crónicas.

Anécdotas memorables de las tertulias literarias en el Café Regina

Las tertulias literarias en el Café Regina dejaron una colección de anécdotas que ayudan a imaginar el tono del lugar. Una de las más conocidas tiene a Valle-Inclán como protagonista. Según se cuenta, el escritor se levantó un momento de su mesa y, al regresar, encontró su silla ocupada por un periodista taurino. Este se negó a moverse y el dramaturgo, sin apenas palabras, respondió con un bastonazo en la cabeza que terminó en discusión, denuncia y visita al juzgado. A pesar del incidente, el magnetismo de Valle siguió llenando el local durante años.

Otro de los habituales más recordados fue Manuel Azaña, que convirtió la tertulia del Regina casi en una prolongación de su vida política e intelectual. Allí dejó algunas frases demoledoras que aún se citan, como aquella idea de que la forma más segura de guardar un secreto en España es publicarlo en un libro, o la observación de que si cada persona hablase solo de lo que sabe, el país entero quedaría sumido en un silencio muy útil para pensar. Además, en las mesas del café se comentaban sin tapujos los vaivenes de la monarquía, la llegada de la Segunda República y las tensiones que se respiraban en la calle.

Política, bohemia y sociabilidad en torno al Regina

Más allá de las anécdotas literarias, el Regina fue un termómetro político de la época. Al café acudían con frecuencia políticos republicanos y socialistas, funcionarios de distintos ministerios y periodistas que seguían el pulso de la actualidad. No es casualidad que, el 14 de abril de 1931, día de la proclamación de la Segunda República, los vendedores de prensa gritaran por las calles que la República había “caído en la peña del Café Regina”, como si la noticia hubiera brotado directamente de sus tertulias. Para muchos, ese lugar simbolizaba el giro político que vivía el país.

El café también reflejaba la sociabilidad más mundana de aquel Madrid. Se sabe que por allí pasaban mujeres que alternaban con la clientela masculina, que vestían con colores vivos y llenaban el local de risas y comentarios. Junto a ellas, aparecían visitantes extranjeros atraídos por la fama del café, como la periodista y crítica taurina Marcelle Allemand Cantier, que escribía crónicas en francés sobre las corridas madrileñas. Así, el Regina se convertía en un punto de cruce entre bohemia, política y cierta vida nocturna elegante, muy propia de la calle Alcalá en aquellos años.

Cómo descubrir hoy la huella del Café Regina en Madrid

Aunque el Café Regina como tal desapareció hace décadas, su memoria sigue muy ligada al entorno de la calle de Alcalá y a los bajos del antiguo Hotel Regina, en pleno distrito Centro. Hoy, pasear por ese tramo permite imaginar la alineación de cafés históricos que unían la Puerta del Sol con Cibeles y más allá. Además, es un plan perfecto para una tarde cultural: se puede combinar con una visita al cercano Ateneo, a los teatros de la zona o a espacios de exposiciones que continúan la tradición de debate y experimentación intelectual.

Si te apetece seguir los pasos de las tertulias literarias en el Café Regina, una buena idea es reconstruir la ruta de cafés literarios de la calle Alcalá. Puedes empezar en la Puerta del Sol, subir hacia la zona donde estuvo Fornos, continuar hasta el entorno del Regina y terminar en los edificios que hoy ocupan antiguos cafés como la Granja del Henar. Además, siempre ayuda llevar en la mochila un libro de Valle-Inclán, Unamuno o Azaña, leer un par de páginas en una terraza cercana y dejar que, por un rato, Madrid vuelva a sonar como en aquellas tardes de tertulia.

Galería de fotos

Viaja en el tiempo con estas imágenes y termina de completar la historia del legendario Café Regina.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *