Bosque Metropolitano – El Cañaveral

Madrid se está reinventando desde sus bordes. Lo que antes eran descampados y canteras en el límite con Vicálvaro está llamado a convertirse en un corredor verde que unirá naturaleza, ciudad y sostenibilidad: el Bosque Metropolitano. En el caso de El Cañaveral, esta iniciativa forma parte de un proyecto mucho más ambicioso que rodeará la capital con más de 75 kilómetros de anillo forestal. Aquí, el barrio se convierte en una de las puertas de entrada al paisaje del sureste madrileño.
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El Bosque Metropolitano es una gran infraestructura verde que busca reequilibrar Madrid, restaurar sus ecosistemas y conectar los desarrollos urbanos recientes con espacios naturales como los cerros de Vallecas, el Parque Regional del Sureste o los arroyos que bordean la ciudad. El Cañaveral se integra en la denominada corona sureste, una de las cinco zonas en las que se ha dividido el proyecto. Su ubicación estratégica, entre el ensanche urbano y las áreas naturales de Vicálvaro, lo convierte en un punto esencial para coser la trama urbana con el paisaje.
En este sector, el bosque no se plantea como un cinturón periférico, sino como una prolongación viva del propio barrio. Los bordes de El Cañaveral serán un espacio de transición: caminos, senderos, huertos urbanos y masas vegetales que irán fundiendo lo urbano con lo natural. La intención es que un vecino pueda salir a pasear o a montar en bici desde su casa y, en apenas unos minutos, adentrarse en un corredor verde que conecte con otros ámbitos del anillo forestal.
Qué está previsto en esta zona
El documento urbanístico UO.05 Actuación Forestal Cañaveral recoge las bases de la intervención en el límite oriental del barrio. Se trata de modelar el terreno y crear corredores verdes que enlacen las áreas edificadas con el resto del Bosque Metropolitano. La actuación incluye caminos peatonales, integración del carril bici en la red del anillo, zonas de descanso, miradores y plantaciones con especies autóctonas como encinas, retamas o romero.
Además, el planeamiento del barrio aprobado en 2024 incorpora un gran parque central de casi 39 hectáreas, un carril bici perimetral de 2,3 kilómetros y la reserva de suelo para un intercambiador de transporte. Estas piezas forman parte de un diseño que no solo busca ofrecer zonas verdes, sino también continuidad ecológica y funcional con el cinturón forestal que se extiende más allá del propio PAU.
Una de las iniciativas más singulares será la creación de una escuela infantil en la naturaleza, concebida para educar a los más pequeños en contacto directo con el entorno del bosque. También se prevé la implantación de huertos urbanos de más de 54.000 metros cuadrados dentro del programa “Barrios Productores”, que combinará agricultura urbana, sostenibilidad y comunidad vecinal.
Avances y primeros pasos visibles
Las primeras plantaciones comenzaron en 2021 con jornadas participativas en las que vecinos, familias y asociaciones plantaron cientos de árboles y arbustos autóctonos. Desde entonces se han realizado varias campañas más, acondicionando taludes, caminos y zonas de borde. Aunque todavía se trata de intervenciones incipientes, su objetivo es consolidar una base vegetal que sirva como punto de partida para las siguientes fases del proyecto.
El barrio empieza a mostrar los primeros signos de esa transformación: bordes más verdes, caminos que conectan con los cerros cercanos y una incipiente red peatonal que anticipa la continuidad futura con el resto del anillo. En paralelo, los proyectos de urbanización de nuevas manzanas ya están adaptando sus límites para integrarse con las futuras zonas forestales.
Un proyecto en marcha, con desafíos por delante
Pese a los avances, el Bosque Metropolitano en El Cañaveral sigue siendo un proyecto a largo plazo. Su consolidación dependerá de la coordinación entre el Ayuntamiento, los desarrollos urbanísticos del sureste y la propia ciudadanía. El reto no es sólo plantar árboles, sino garantizar su mantenimiento, conectar los distintos tramos del anillo verde y lograr que el bosque se convierta en parte de la vida diaria de los vecinos.

También queda por definir cómo se articularán los corredores hacia Los Cerros y Los Ahijones, dos ámbitos que deberán conectarse con el Cañaveral para cerrar el arco sureste del Bosque Metropolitano. La idea final es que un ciclista pueda recorrer sin interrupciones desde el río Manzanares hasta el Parque Regional del Sureste, pasando por estos nuevos barrios que crecen ya con una mirada más verde.
Un pulmón para el sureste de Madrid
El Cañaveral es, hoy por hoy, un laboratorio urbano: un espacio donde Madrid ensaya cómo integrar naturaleza y ciudad desde el principio. Aquí, el Bosque Metropolitano no será un adorno, sino un límite vivo que respira con el barrio. Un borde que no separa, sino que une.
Esa unión se materializa gracias a los eco-conectores, corredores ecológicos que permiten que el bosque se extienda más allá del barrio y se una al resto del anillo verde de la ciudad. A través de ellos, el Cañaveral quedará enlazado con Los Cerros, las Lagunas de Ambroz y el futuro corredor verde que descenderá hasta el río Jarama. Son franjas de vegetación continua que aprovechan taludes, márgenes de carreteras y antiguos caminos para crear paso a la fauna, suavizar las transiciones entre lo urbano y lo natural y generar rutas peatonales y ciclistas que conecten con otros barrios.
Gracias a estos conectores, el aire que llega desde el Parque Regional del Sureste y el valle del Jarama podrá circular hacia el interior de la ciudad, mejorando la ventilación natural del sureste y actuando como auténtico pulmón climático para Vicálvaro, San Blas, Los Cerros y el propio Cañaveral. La continuidad del bosque no solo permitirá el movimiento de aves y pequeños mamíferos, sino que también facilitará el acceso ciudadano a la naturaleza, acercando Madrid a sus propios ecosistemas.
Cuando el anillo verde esté completo, el vecino del Cañaveral podrá recorrer kilómetros de senderos hasta el río sin salir del verde. Y desde el centro de Madrid, bastará una línea de metro o una ruta ciclista para llegar hasta este nuevo pulmón del sureste: el lugar donde la ciudad vuelve a encontrarse con la tierra.
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