Centro de cuidados paliativos pediátricos de Madrid

Centro de cuidados paliativos pediátricos de Madrid

El nuevo centro de cuidados paliativos pediátricos de Madrid marcará un antes y un después en la forma de acompañar a los menores con enfermedades incurables y a sus familias. Situado en el distrito de San Blas-Canillejas, abrirá sus puertas en 2026 como un espacio pensado para cuidar, aliviar y también disfrutar del tiempo compartido. Además, se levanta gracias a la financiación de una gran fundación privada y a la gestión de una entidad especializada, lo que lo convierte en un proyecto pionero dentro y fuera de la región.

Qué es el centro de cuidados paliativos pediátricos de Madrid

El centro de cuidados paliativos pediátricos de Madrid será el primer equipamiento específico de este tipo en España, pensado para niños y adolescentes de 0 a 18 años con enfermedades que no se pueden curar. No es un hospital al uso, sino un centro sociosanitario que combina atención médica, apoyo psicológico, acompañamiento social y espacios de respiro para toda la familia. Además, su objetivo no es solo aliviar síntomas, sino ofrecer un entorno donde el juego, la calma y el cariño tengan tanto peso como la parte clínica.

Promovido por una fundación dedicada desde hace años a los cuidados paliativos pediátricos, el centro nace para cubrir un vacío evidente en el sistema sanitario. De hecho, en España se estima que decenas de miles de menores conviven con enfermedades graves y complejas, y muchas familias afrontan este proceso prácticamente sin recursos específicos. Por eso, el proyecto apuesta por una atención integral que incluye tanto el día a día de los niños como el acompañamiento en momentos especialmente delicados.

El Ayuntamiento de Madrid ha cedido una parcela de 15.000 metros cuadrados en la calle Aquitania, en San Blas-Canillejas, durante 75 años a la entidad gestora. Sobre ese suelo se desarrolla un complejo que aspira a convertirse en referencia nacional en cuidados paliativos pediátricos, combinando arquitectura amable, zonas verdes generosas y servicios pensados al detalle para que ninguna familia se sienta sola durante el proceso.

Arquitectura y diseño del centro de cuidados paliativos pediátricos de Madrid

El diseño del centro de cuidados paliativos pediátricos de Madrid gira en torno a una idea muy simple y muy potente: que los niños se sientan en casa, no en un hospital. Por eso, la arquitectura evita los pasillos interminables, los colores fríos y los espacios impersonales, y apuesta por volúmenes bajos, mucha luz natural y materiales cálidos. Además, la distribución separa con cuidado las áreas de mayor intensidad clínica de las zonas de juego, terapia y descanso familiar, para que el ambiente nunca resulte intimidante.

La parcela suma unos 15.000 metros cuadrados, con aproximadamente 10.000 metros edificados y alrededor de 5.000 metros dedicados a jardines y zonas verdes. Esta proporción es clave: el exterior se convierte en una extensión terapéutica del edificio, con senderos accesibles, espacios de descanso al aire libre y áreas pensadas para que los niños puedan salir con sus familias, tomar el aire y desconectar del entorno clínico. Además, las fachadas se han concebido para abrirse hacia estos jardines, borrando el límite entre interior y exterior.

En el interior, el programa funcional incluye un centro de día, habitaciones para ingresos, apartamentos para estancias especiales y múltiples salas de terapia. La distribución busca que las circulaciones sean claras y cortas, con puntos de apoyo visual como patios, lucernarios y rincones de juego. Asimismo, se presta atención especial a la acústica para reducir el ruido y crear una atmósfera serena. Aunque el protagonismo es de los niños, los arquitectos han integrado también salas de descanso para padres, hermanos y cuidadores, imprescindibles en un recurso de este tipo.

Servicios y funcionamiento del centro de cuidados paliativos pediátricos de Madrid

El centro de cuidados paliativos pediátricos de Madrid está pensado para atender a unos 1.400 menores al año, gracias a un equipo formado por alrededor de 100 profesionales y unos 400 voluntarios. La idea es ofrecer una atención flexible que se adapte a la realidad de cada familia. Por eso, habrá un centro de día al que podrán acudir los niños encamados mientras sus padres trabajan, así como aulas de integración para quienes puedan participar en actividades educativas y lúdicas adaptadas a su situación clínica.

Entre los servicios destacan la atención psicológica, tanto para los menores como para sus familias, y un abanico muy amplio de terapias: fisioterapia, terapia ocupacional, musicoterapia y terapia acuática en piscina, entre otras. Además, el edificio incluirá biblioteca, sala de juegos, espacios de descanso y zonas específicamente diseñadas para hermanos, un colectivo muchas veces olvidado pero que también vive el impacto emocional de la enfermedad. Todo esto se complementa con un enfoque espiritual y social abierto, respetuoso y muy centrado en las necesidades de cada hogar.

Otro punto clave será el llamado espacio de respiro familiar, que permitirá a los cuidadores dejar al niño en el centro durante periodos cortos para descansar, atender gestiones o simplemente disponer de unas horas para sí mismos. Además, el equipamiento mantendrá una estrecha coordinación con los equipos de la sanidad pública y con los servicios de atención domiciliaria, de forma que el acompañamiento no se limite al tiempo que el menor pasa en las instalaciones. En conjunto, el funcionamiento del centro busca que la familia se sienta sostenida en cada etapa del proceso.

Impacto urbano y social del centro de cuidados paliativos pediátricos de Madrid

La llegada del centro de cuidados paliativos pediátricos de Madrid también supone un cambio interesante para el propio distrito de San Blas-Canillejas. La parcela de Aquitania 2, hasta ahora sin un uso tan definido, se transforma en un polo sociosanitario con una fuerte dimensión comunitaria. Además, la presencia de grandes zonas verdes abiertas al entorno mejora la calidad del espacio urbano y genera un nuevo frente amable hacia las calles próximas, algo que se nota especialmente en un barrio con una trama residencial muy consolidada.

Desde el punto de vista social, el proyecto es un ejemplo claro de colaboración entre administraciones públicas y entidades privadas sin ánimo de lucro. El Ayuntamiento aporta el suelo y el apoyo urbanístico, una gran fundación financia íntegramente las obras y una organización especializada asume la gestión. Esta combinación permite acelerar un recurso que, de otra forma, podría haber tardado muchos años más en hacerse realidad. Además, el centro aspira a convertirse en referente estatal, lo que puede atraer profesionales, formación especializada e incluso proyectos de investigación vinculados a los cuidados paliativos pediátricos.

Para los vecinos, el equipamiento introduce también una capa de identidad nueva en el barrio: San Blas-Canillejas pasará a asociarse con un lugar en el que se cuida a algunos de los niños más vulnerables del país. Por supuesto, eso exige una integración muy cuidadosa en la vida cotidiana del distrito, con accesos bien resueltos, transporte público cercano y espacios que favorezcan el encuentro sin restar intimidad a las familias. Aun así, el potencial para generar comunidad y tejido solidario en torno al centro es enorme.

Un nuevo modelo de cuidados y acompañamiento en Madrid

Más allá de su arquitectura, el centro de cuidados paliativos pediátricos de Madrid plantea un cambio de enfoque sobre cómo acompañar la enfermedad en la infancia. En lugar de centrarse únicamente en el hospital y la fase final, el modelo prioriza el bienestar continuo: controlar el dolor, reducir el estrés, sostener emocionalmente a padres y hermanos y ofrecer recursos para seguir haciendo vida en la medida de lo posible. Además, incorpora la idea de que el entorno físico, la luz, los colores y los jardines son parte activa del tratamiento.

Este tipo de centros son habituales en otros países y suelen funcionar como nodos que conectan clínicos, escuelas, trabajo social y voluntariado. En Madrid, la experiencia acumulada por las entidades implicadas en cuidados paliativos pediátricos se trasladará a un espacio especialmente diseñado para ello, lo que facilitará protocolos más sólidos, programas formativos y una atención todavía más personalizada. Por tanto, el impacto va más allá de las familias atendidas: influirá en cómo se entienden estos cuidados en toda la red sanitaria.

Además, la existencia de este equipamiento envía un mensaje potente a la ciudad: cuando una enfermedad no se puede curar, todavía hay mucho por hacer en términos de calidad de vida. El nuevo centro se convierte así en un símbolo de una Madrid que quiere tomarse en serio el cuidado, la empatía y el acompañamiento, incorporándolos a su mapa urbano igual que hace con bibliotecas, polideportivos o centros culturales. Y, en ese mapa, San Blas-Canillejas suma una pieza tan delicada como necesaria.

Galería de fotos

Descubre en imágenes cómo este centro está tomando forma y cómo su arquitectura se alinea con la misión de acompañar a los más pequeños y a sus familias.

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