Castillo de Torremocha: restauración de su muralla hasta 2026

Castillo de Torremocha: restauración de su muralla hasta 2026

El Castillo de Torremocha vuelve a estar en el radar de la Comunidad de Madrid y de cualquier amante del patrimonio. La restauración de su muralla medieval continúa avanzando fase a fase, con una inversión pública que ya supera ampliamente el millón de euros y un horizonte claro: culminar los trabajos en 2026. Este Castillo de Torremocha, único resto defensivo de Santorcaz, se está consolidando no solo como pieza clave de la historia de la comarca, sino también como futuro imán de visitas y paseos de fin de semana.

Qué es el Castillo de Torremocha y por qué importa tanto

Antes de hablar de andamios, morteros de cal y fases de obra, conviene situar el lugar. El Castillo de Torremocha, cuyo nombre alude a una «torre desmochada», se asienta en la parte alta de Santorcaz, dominando el barranco que desemboca en la vega del arroyo Anchuelo. No responde al típico castillo roquero aislado: aquí la fortaleza abraza el caserío histórico y protege la iglesia parroquial de San Torcuato, declarada Bien de Interés Cultural. Además, el recinto amurallado encierra unos 8.000 metros cuadrados, lo que da una idea de la escala del conjunto y de su peso en la trama del pueblo.

Se trata del único vestigio que queda en pie del sistema defensivo medieval de Santorcaz, levantado entre la segunda mitad del siglo XIII y el último tercio del XIV sobre una fortificación anterior de la que apenas hay noticias documentales. Aun así, la muralla conserva tramos que superan los diez metros de altura y una sucesión de torres de distinta tipología que permiten leer las distintas fases constructivas. Por eso, cada intervención en el Castillo de Torremocha tiene un doble objetivo: reforzar la seguridad estructural y, al mismo tiempo, mantener legible la historia que esconden sus fábricas de mampostería y sillarejo.

Historia del Castillo de Torremocha: de cárcel de nobles a emblema local

El origen del Castillo de Torremocha está ligado al antiguo palacio arzobispal sobre el que se asienta. Los derrumbes de aquel edificio acabaron generando la plataforma elevada actual, que asoma hacia el paisaje agrícola entre Santorcaz y Alcalá de Henares. Su posición, relativamente apartada, no respondía tanto a una lógica militar clásica como a un papel de apoyo a la fortaleza de Alcalá la Vieja, encargada de controlar los campos de cultivo de la zona. En consecuencia, el castillo funcionaba como pieza dentro de una red defensiva y de vigilancia más amplia en el valle medio del Henares.

Durante el siglo XVI, la función del castillo cambió drásticamente: se convirtió en cárcel de nobles. Por sus estancias pasaron figuras tan conocidas como Ana de Mendoza, la Princesa de Éboli, acusada de conspirar contra Felipe II, o el Cardenal Cisneros antes de consolidar su poder en la Corte. Con el paso del tiempo, el recinto perdió uso defensivo y administrativo, y la muralla del Castillo de Torremocha empezó a degradarse. Sin embargo, la persistencia de la traza amurallada y de varios torreones convirtió el conjunto en un hito visual y emocional para los vecinos, un telón de fondo permanente del pueblo que ahora la administración quiere recuperar con una mirada más contemporánea.

La evolución histórica se lee también en la diversidad de aparejos: los tramos más antiguos muestran mampostería concertada, mientras que otros emplean sillarejo y piedra careada. Esta variedad ayuda a los técnicos a distinguir las fases de obra, pero también obliga a intervenir con precisión casi quirúrgica. Por eso, los proyectos recientes mantienen un criterio claro: consolidar sin falsear, respetar la huella del tiempo y, al mismo tiempo, hacer posible que el Castillo de Torremocha se visite con seguridad en los próximos años.

La restauración actual de la muralla del Castillo de Torremocha

En los últimos años, la Comunidad de Madrid ha pasado de las declaraciones de buenas intenciones a las obras concretas. Desde 2018 se han destinado más de un millón de euros a la recuperación del recinto amurallado, encadenando varias fases de intervención que se concentran en diferentes lienzos y torreones. Hasta 2023 se actuó sobre el Torreón del Olivo, el del Cubillo y el de Palacio, además de los primeros cuatro tramos de muralla comprendidos entre estos hitos y la Torre Albarrana, incluyendo la adecuación del entorno inmediato para mejorar accesos y recorridos.

Entre agosto de 2023 y enero de 2024, una fase relevante abordó la consolidación del Torreón de Palacio y de los lienzos tres y cuatro, con trabajos de restitución volumétrica, reintegración de piezas, sellado de grietas y adecuación paisajística del cinturón verde aledaño. Posteriormente, en septiembre de 2024 arrancó una nueva etapa, todavía en marcha, centrada en el lienzo exterior situado entre la Torre Albarrana y el segundo torreón circular, incluyendo la zona junto al ábside de la iglesia de San Torcuato. Así, la restauración avanza como un puzzle en el que cada pieza refuerza la siguiente y prepara el Castillo de Torremocha para un uso público más intenso.

La fase anunciada en 2025 se enfoca en cuatro tramos adicionales de muralla y en los restos de un torreón circular, siempre con la premisa de conservar las características tipológicas, volumétricas y morfológicas originales. Se emplean morteros compatibles con la fábrica histórica, se revisan coronaciones para evitar filtraciones y se completan lagunas puntuales sin caer en reconstrucciones excesivas. Además, los técnicos persiguen un objetivo clave: detener los procesos de erosión y desplome que se habían acelerado en las últimas décadas y que amenazaban con hacer desaparecer partes enteras de la muralla del Castillo de Torremocha.

Calendario, inversión y futuro uso del Castillo de Torremocha

Una de las grandes preguntas en cualquier proyecto patrimonial es cuándo podrán disfrutarse de verdad los resultados. En este caso, la Comunidad de Madrid sitúa la finalización de los trabajos en 2026, manteniendo un ritmo de obra progresivo que permite coordinar actuaciones estructurales, estudios arqueológicos y pequeñas mejoras de accesibilidad. Además, la inversión acumulada supera holgadamente el millón de euros, a lo que se suman otras partidas destinadas a la rehabilitación de espacios históricos del municipio, como el Camino de la Galiana o el lavadero del siglo XIX, que refuerzan el contexto del propio castillo.

El horizonte no se limita a consolidar piedras. La idea es que el Castillo de Torremocha funcione como un espacio visitable y didáctico, integrado en una red de rutas culturales de la comarca del Henares. Por eso, las intervenciones tienen en mente recorridos seguros, posibles miradores y áreas de estancia, aunque todavía no se haya detallado un proyecto museográfico completo. A medio plazo, la combinación de muralla restaurada, iglesia de San Torcuato y futuro parque urbano junto al recinto promete configurar un conjunto muy atractivo para quienes buscan planes culturales cerca de Madrid sin masificaciones.

Paralelamente, la inversión regional en Santorcaz supera ya los dos millones de euros si se suman los proyectos patrimoniales del entorno. Esto no solo mejora la conservación de los bienes, sino que impulsa la economía local mediante empresas de restauración, técnicos especializados y pequeñas iniciativas de turismo rural. Con todo ello, el Castillo de Torremocha deja de ser un telón de fondo romántico pero ruinoso para convertirse en una pieza activa dentro de la estrategia territorial de la Comunidad de Madrid.

Visitar el Castillo de Torremocha y descubrir Santorcaz

Aunque la restauración continúa, acercarse al Castillo de Torremocha ya es un plan más que apetecible para una escapada desde Madrid. Santorcaz se sitúa en la zona este de la región, muy cerca de Alcalá de Henares, y mantiene un aire de pueblo pequeño, con cuestas, casas de una o dos plantas y un casco antiguo compacto. Desde la parte alta, donde se levanta el recinto amurallado, se abren vistas amplias hacia el paisaje agrícola, algo que siempre suma cuando buscas un respiro después de la semana de oficina.

Conviene recordar que el Castillo de Torremocha es todavía un espacio en obra, por lo que el acceso al interior del recinto puede estar limitado según la fase de trabajos. Aun así, los recorridos perimetrales permiten entender bien la escala de la muralla, identificar los torreones y disfrutar del diálogo constante entre la piedra histórica y las viviendas que se arriman a su base. Además, la presencia de la iglesia de San Torcuato en el interior del recinto aporta un plus: la silueta del campanario junto a los lienzos de muralla crea una imagen muy fotogénica, especialmente al atardecer.

Para completar la visita, merece la pena pasear por el Camino de la Galiana, acercarse al lavadero rehabilitado y curiosear por las pequeñas plazas del casco histórico. En los próximos años, el proyecto del nuevo parque urbano junto a la muralla, con senderos, zonas de sombra y espacio para eventos, añadirá un nuevo escenario para disfrutar del Castillo de Torremocha desde otra perspectiva. En conjunto, Santorcaz se perfila como un destino redondo para quienes quieren arquitectura, paisaje y tranquilidad a menos de una hora de la capital.

Galería de fotos

Déjate llevar por las vistas del Castillo de Torremocha y recorre con calma cada tramo de muralla desde nuestra galería.

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